Vamos viendo luz. El día uno, cambio de fase. Podremos hacer algunas cosas más que ahora nos prohíben, pero no las haremos porque el miedo nos ha poseído absolutamente: miedo a la calle, a la cercanía de personas, a lo que comemos, al aire que respiramos, a lo que, según todas las previsiones, nos vendrá en el otoño.

 

El virus se está llevando nuestras vidas, pero también nuestra tranquilidad y nuestro futuro. Sólo aspiramos a vivir un presente lleno de sobresaltos, de carencias afectivas y preocupados por ver qué cifras nos cantan hoy.

 

Mil veces nos hemos preguntado todos cómo cosa tan chica puede acabar con cosas tan grandes.


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