…en el que nos cubrimos de piojos…

 

Elena los transportó en la Brussel desde la ciudad fría y lejana en donde doña Juana se volvió loca…

 

Eran piojos muy belgas, llevaban su bandera impresa en el culo…

 

Ella, Elena, nos los fue repartiendo con mucho amor, porque cuanto más besos y más cercanía, más piojos patinando sobre nuestras cabezas. La mía necesitó de cinco tratamientos para recuperar su tranquilidad.

 

Pasamos un mes de julio muy feliz. Vosotros tranquilos, protegidos, mimados, consentidos…, aferrados a vuestra Play y vuestro iPad, engullendo chuletitas y croquetas y, de vez en cuando, un contundente cocido. Contando cosas, buscando tesoros y sonriendo cada mañana. Cuántas pelis nos vimos, cuántos  “juegos de niños…”

 

Verano en el que, como en otros, buscábamos raíces juntos, recordando el pasado y transmitiendo vivencias, buscando aquellas raíces que os fijaran a esta tierra y os sostuvieran firmes.

 

Un verano más, feliz, divertido, calentito, al que, también, recordaremos por aquellos malditos piojos belgas…

 


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