Hay personas, muchas personas, que se pasan la vida en una maceta. Cada día veo más a mi alrededor. Las plantaron al nacer y todo lo hacen desde allí, todo, que es básicamente mirar sin ver, oír sin escuchar, decir simplezas, mirar la tele. Tienen dos opciones: vivir al lado de alguien que riega y abona la maceta, con lo cual, de vez en cuando, echan una flor, o por el contrario acaece que discurren con alguien que ni tiene agua ni abono para la maceta o que también está metida en otra, entonces se mustian y se van al carajo.

Hay otras personas, sin embargo, que se meten en la maceta en el transcurso de su vida porque se van autolimitando o porque se dan cuenta de que la maceta es cómoda. Ven pasar la vida alrededor con placer, girando al compás del sol, respirando con la lluvia y no añoran sus antiguos paseos. Para qué salir de la maceta si, al fin y al cabo, a la larga, terminarás en la caja, pues ya vas entrenaíto.


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