A mí, por lo menos, se me hace eterno. Es un mes sin vida, todo está parado. Eso sí, sirve para reflexionar, para observar mejor a tus amigos, a tu pareja, a tus vecinos… En agosto tú te sientas y miras. Las cosas que con el ir y venir del año pasan desapercibidas en agosto se agrandan, se dilatan, algo tendrá que ver el calor. La gente se aferra a él con desesperación: hay que hacerlo todo en agosto, viajar, comer distinto, beber mucha cerveza, ver a la familia, bailar en las fiestas del pueblo, ir a las rebajas… Al final es la nada más absoluta. Suerte que enseguida llega septiembre con su fresquito, sus dietas sanas y sus miles de proyectos.


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