Cada día que vivo y aprendo un poquito más y observo alrededor y descubro algo más, me doy cuenta de que esto es el puro evangelio:
“Yo no soy cotilla, me importa poco lo de los demás”
Fijo que se muere por saber con detalle las vidas ajenas.
“Yo mentiroso no soy”
Miente más que habla, doy fe…
“Soy pobre pero honrado”
Si puede te la lía.
“No me importa lo que piensen los demás de mí”
Tengo algún caso cercano que le cuesta la vida saber algo que dicen negativo de ella.
“Los cumplimientos sociales son hipocresía pura”
Pues le cuesta una enfermedad si sabe que con ella no han cumplido.
«Yo envidioso no soy»
Baila cuando oye la desgracia ajena.
“Soy una persona humilde”
La vanidad le hace aureola y no lo puede evitar.
“Yo no soy rencorosa”
El puñal lo tiene listo para clavarlo en la espalda.
La lista sería larga, demasiado larga y, desde luego, no son obviedades. Son casos reales, que me rodean, y que me hacen vomitar de vez en cuando. La medicina para evitar el vómito es escribirlo…