Acabaditas de hacer. Como las hacía mi madre y mi abuela y con la finalidad de aprovechar el pan duro, los huevos y la leche que siempre había en las casas.
Pan del día antes. Leche, huevo, azúcar y un poquito canela.
Se moja el pan en la leche previamente endulzada. Se envuelven en huevo batido y se ponen a freír en abundante aceite de oliva, bien caliente.
Se van sacando a una bandeja y, todavía calentitas, se les echa por encima azúcar y una pizquita de canela molida.
Así, sin más sofisticaciones, están deliciosas.
En estos pueblos de mi alrededor se hacían también cambiando la leche por el vino. De ahí vendrá probablemente lo de “coger una buena torrija…”