Cuando tienes mucho tiempo para pensar, las cosas en las que piensas o son recuerdos o son desagradables. En cambio cuando el tiempo que tienes para pensar es poco, todo lo que te rodea es placentero y digno de ser vivido y pensado. Precisamente el paraíso sería eso: actividad gratificante y tiempo para pensarlo, darte cuenta de que eso es lo mejor que vas a tener en tu vida y recrearte en ello.

 

Dar ese paso de los tiempos felices a los tiempos duros es un difícil tránsito: dejar de ser joven sin dejar de ser bueno…

 


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