Siempre he desconfiado del que no sabe estar solo. De ese que dice que él es super sociable y tiene que estar constantemente rodeado de gente. De esas personas que, como decía mi madre, el techo de su casa no les cogía debajo, si hubiera un derrumbe, claro. Tienen estos sujet@s, pelín de falsedad, pelín, largo, de vanidad, cierta prepotencia, ideas confusas, vientos variables, inconsistencia, tendencia al cotilleo. Lo digo porque, realmente, conozco vari@s así, porque los sufro, porque cada vez hay más y porque como no puedo, bajo ningún concepto, decírselo a ell@s, pues lo escribo aquí y me quedo tan ancha. Ganarían tanto si conversaran un rato con el hombre que siempre va con ellos…
«Converso con el hombre que siempre va conmigo,
quien habla solo espera hablar a Dios un día;
mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía»