Andar, esa es la cuestión. Toda España se ha echado a los caminos. Raro es el pueblecito que no tiene un paseo recientemente trazado por un amable alcalde, por el que la gente pueda ir dejando su colesterol. Los cardiólogos nos han puesto a andar, de tal manera que, si tú no lo haces, cada noche te acostarás con el mismo remordimiento de conciencia que nos carcomía cuando, de pequeños, el cura nos atormentaba con el cumplimiento de los diez mandamientos, que la verdad, es que eran muchos, si al menos hubieran sido cinco…
Ahora, en cambio, tenemos sólo uno: no engordarás, pero es mucho más difícil de cumplir. Con el cumplimiento de los diez no había problemas, si tú transgredías la ley, pues a confesar, unos padrenuestros y vuelta a empezar, pero ahora, si incumples este mandato universal al que estamos sometidos y esclavizados ¿a quién le pides que te perdone? Estamos condenados a vivir con la culpa, con el colesterol y con los kilos.