El Malacatán. Era indescriptible ¿alguien sabe lo qué es? Yo tenía cinco años, seis…, pero cuando me contaban el cuento del Malacatán yo me iba encogiendo, encogiendo hasta casi meterme debajo de la gorra de mi abuelo.
Eran unos cuentos terribles, de miedo, de mucho miedo, ¿y el trauma? No sé, seguro que existe. Estos cuentos nos ponían en contacto con el mundo de las emociones exageradas, era miedo del de verdad, de seres irreales como el Malacatán, seres de ultratumba como la Mampena o aquello verdaderamente horrible de la “Asaura ura que me quitaste de la sepultura”. Hay que irlos contando. Que no se pierdan. Que pervivan junto a la Caperucita, menuda niña,  Pulgarcito, qué mira que era torpe, Garbancito, Periquito Tragapepes, que por cierto era de Yepes, y que venían a poner orden en los estragos que hacían los cuentos de miedo en nuestro peculiar mundo infantil.


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