Me temo que tus catorce van a pasar metidos en tu silencio, en tu agitada vida interior, donde no paras de plantearte las emociones contradictorias, las situaciones que ves de “injusticia”, el alejamiento, (temporal, espero), de los que, hasta ahora, eran tu baluarte, tu referencia, tu seguridad, tu alegría…
Todo eso está dentro de lo normal, Álvaro, y en lo normal seguirías si, al salir de la “edad de la ira”, de la edad de los descubrimientos, recobraras, para unir a lo nuevo descubierto, tus afectos, tus bonitos recuerdos y las raíces que te fijan a lo mejor en tu vida.
Todos los que te rodeamos, los que más te queremos, tenemos puestos los ojos en ese retorno a la tranquilidad que supone terminar de cruzar el puente, sin que el puente se rompa y te arroje al vacío.
Da igual que converses poco, yo te adivino, te veo, equilibrado, consciente de tu momento, rebelde en su justa medida, respetuoso y reacio a mostrar afectos. Me da igual, siempre tendrás en mí un refugio para tus zozobras y una aliada fiel, siempre dispuesta a comprenderte, escucharte y echarte una mano.
Ahí dejo tus fotos, una alargándote para ser tan alto como la Giralda, otra, como en una nube roja, en la que se mueven ahora tus emociones…
Felices Catorce