Te escondes, tienes miedos, inseguridades, los catorce son así: algún disfrute y bastante sufrimiento.
Escapas a las miradas más queridas. Tu mirada ahora huye, temes que en ella leamos tus pequeñas, para ti muy grandes, angustias.
Buscas, sobre todo, la aprobación del grupo, eso es de libro, Elena, se llama adolescencia…
No me gusta mi cuerpo, mi cara, mi pelo, mis granos… ¿Quién no recuerda esos momentos tan duros en los que te parece que tu mundo, tan confortable y seguro hasta ahora, se hunde, se hunde hasta que descubres tus poderes y empiezas a afianzarte, a emerger y a creer en lo verdaderamente importante: tú eres ÚNICA e irremplazable.
Y para esa tarea cuentas con tu inteligencia, tu fuerza, tu gracia, y el empuje que te llevará hasta donde quieras.
Supera estos catorce, Elena, todo lo que ahora te atormenta no tendrá ni la más mínima importancia en el futuro, ese futuro del que ojalá tú sepas coger las riendas y no hacer concesiones a nimiedades, ni a miserias, ni a gente que no merece estar en tu vida.
Tienes potencial para lo que quieras, rompe amarras…
Echo de menos esta mirada que me ilumina, que me consagra como abuela.