Nunca esta noche de magia ha faltado en mi vida:
Primero fui yo. Noche casi en vela donde yo oía esas pisadas reales que traían muñecas de cartón, plumieres, pinturas de Alpino y hasta alguna mazapita extraviada.
Después fui yo, también, la que pisaba de forma majestuosa por la casa sobresaltando otros sueños más cumplidos que los míos.
Y años después las pisadas reales son más lentas, pero más seguras de transportar todos los sueños a los que ahora toca…
Pero esta noche, noche de pandemia, noche de virus sueltos, noche triste del año 2021, por primera vez, no pasarán los Magos por mi vida, por mi casa. Y no pondremos agua para los camellos, ni galletitas y ni una copita de coñac para reanimar a esos tres pobres viejos que, aunque sólo trabajen una noche al año, la trabajan duramente.
Y, también, por primera vez, ni escucharé pisadas reales, y ni caminaré realmente para llenar un trocito de mi casa de ilusiones y sueños…