Desalentador. El paisaje desde mi ventana es desalentador. Sencillamente no hay nadie. Y las personas somos la vida en su mejor expresión.

Yo tengo la suerte de tener muchas ventanas, un parque enfrente, un espacio delante sin nada que me estorbe la vista. Por ver, veo el campo, un convento de monjas donde, me tranquiliza saber que se está rezando a destajo para que esto se pase pronto, y hasta un castillo medieval en el que los muchos fantasmas que se sientan recostados en sus piedras se están preguntando por qué tanto miedo. Ellos vivieron pestes exterminadoras que no dejaron alma en sus contornos…

Pero hasta los fantasmas andan un poco remisos a cruzarse entre ellos, y se arriman a los muros centenarios para evitar el peligro…


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