ancianaMi madre, aunque suene a tópico, se adelantó a su tiempo. Inteligente, con visión de futuro, guapa. Pudo estudiar y no lo hizo porque tuvo que decidirlo a sus diez años, después de hacer unos cursos de bachillerato con aquellas monjas un poco opresoras, y a su alrededor no hubo nadie que “la obligara” por su bien.

 

Siempre vivió un poco amargada. Nunca le gustó su vida. Soñaba con ciudades lejanas donde ella hubiera podido trabajar, tener otra vida distinta de la que toda su vida vivió en un pueblo chico, rural, con todas las pequeñas miserias que esto conllevaba.

 

Se vio atada a mi padre sin saber cómo, o quizás sabiéndolo muy bien, desde los quince.

 

Todas esas frustraciones fueron útiles para mí. Ella se encargó de que yo estudiara, saliera del pozo de tierra del pueblo, tuviera otros horizontes.Tenía obsesión por enseñarme. Me enseñó a leer muy pronto, a pensar, a ser independiente.

 

Quería a sus hijos por encima de todo, con grandeza, como era ella, pero estaba realmente incapacitada para demostrarlo, nunca quería dejar al descubierto sus emociones, le parecía poco pudoroso, debilidad…, así tuvimos que adivinarla, descubrirla, quizás demasiado tarde.

 

La gente que la conocía la respetaba, la quería, acudía a ella en busca de ayuda y consejo. Era valorada por todos por su sensatez, su inteligencia, sus conocimientos, adquiridos leyendo y escuchando siempre.

 

Creo que nunca la he visto disfrutar con nada. Estaba llena de miedos, de angustias que no le dejaron nunca ser una pizquita feliz.

 

Estoy convencida que, a base de de no querer estar aquí, de no gustarle mucho su vida, ella misma se la fue reduciendo, se la fue acortando y terminó por irse antes de lo debido y querido…

 


Deja un comentario