Es febrero un mes de finales:
se acaba el invierno,
se va acabando el frío,
se extinguen las fiestas,
desaparece el dinero,
se pierden muchas esperanzas,
finalizan muchas vidas.
Nunca me gustó febrero, así como nunca me gustó noviembre. Son meses sin ningún interés. Los más largos y áridos cuando eres estudiante. Tristes, desapacibles, grises…
Febrero es un loco, todos lo dicen y hasta San Valentín, que podría salvarle, me parece un santo cursi.
Sin embargo, un febrero cambió mi vida, ya nunca volvió a ser igual. Pasé de ser yo para mí, a ser yo para otros. Y ahí estoy, defendiendo el papel con la dignidad que buenamente puedo y aprendiendo a amar febrero por traerme cosas tan hermosas…