Es en una de las cosas en las que se advierte avance. Aquel día que suprimimos el la nos sentimos supermodernos. Como si nos quitáramos el pelo de la dehesa Mis amigas eran la Mary Carmen, la Sole, la Beatriz…Quitamos el artículo y dimos esplendor a los nombres. Ya éramos como los de Madrid. Al principio nos costaba decirlo, nos sentíamos muy finos, excesivamente finos, pero duró poco, enseguida lo asumimos y lo incorporamos al habla pueblerino. Eso pasó en los sesenta, cuando estábamos inventando todo, cuando por delante sólo veíamos grandes expectativas. Pero fíjate que ahora, en ese afán que tenemos por recuperar aperos de labranza, cachivaches de cocina de leña, palabras en desuso y viejas costumbres que nos parecen baluartes, pues estamos recuperando el “la”, pero ya con esa suficiencia que nos da saber que es ¿incorrecto? pero que hemos decidido usarlo porque es como adornar y hacer más exclusivo ese nombre que queremos hacer tan cercano.