Lo ha escrito Teresa y vale para cualquier guerra.
Llegaste como si nada, con un susurro que no pude comprender y entonces, sin explicación alguna, te volviste a ir. Fue la primera de muchas ocasiones.A veces te escondías entre las esquinas de la escuela. Tú evitabas que el rugido y la furia de los morteros me asustasen. Improvisabas muecas y guiños incluso detrás de la maestra, que también fingía que no ocurría nada. Me hacías reír mucho, las carcajadas despistaban a mis compañeros, sin embargo, la profesora no se enfadaba, bastante tenía con impartir clase mientras el fuego y el humo resbalaban por las paredes del cielo.
Me gustaría abrazarte en agradecimiento por salvarme tantas veces y lograr que no me alcanzara la metralla, ¡estuvo tan cerca!
Quiero que vuelvas y te quedes, dormirme sobre tus piernas y que me cuentes historias de nuevo. Papá dice que no puedes, llora mientras me explica que estas muerta.
Todos lloran aquí madre, yo también lloro mucho y te llamo entre sollozos las noches que no apareces. Luego me calmo y pienso en tus brazos que siempre me han protegido. En que quizás mañana regreses y pueda, por fin, olvidarme de esta guerra.
Teresa Martín Gómez