Dic

25

La lombarda

Pues sí, hemos pensado un cuento de Navidad, al que vamos a titular:
“El cuento de nunca acabar”
Yo tengo recuerdos remotos, muy remotos, porque cuando se han conocido bisabuelos, y yo conocí dos, los recuerdos se pierden en el fondo de lo más lejano.
Pues señor: era un veinticuatro de diciembre de 1900 ni se sabe, cuando yo apenas sabía andar, pero ya tenía muy desarrollado el sentido del olfato y percibí por primera vez el olor de aquello: era la lombarda, era en casa de mi bisabuelo, era el rito, todos alrededor de la lombarda, todos tapándose la nariz porque nadie aguantaba aquello, pero todos felices porque era Nochebuena y aquello era la tradición en mi tierra. Aquel legado maloliente pasó a casa de mi abuela, que fiel guardiana de la tradición nos fue atormentando año tras año, hasta que a la pobre la llamó Dios. Mi madre, que un poco iconoclasta era, pensé yo que nos iba a librar de aquello, pero no se atrevió, ella continuaba el rito temerosa de que romperlo no traería nada bueno. Y aquí estoy yo hoy, veinticuatro de diciembre, cociendo la lombarda que todos celebrarán, pero que a ninguno gusta. Es la vida, ¿quién se atreve a cortar lo preestablecido? ¿Habrá que hacer una revolución para desterrar la lombarda de la Nochebuena? Yo me apunto.
 


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