Mira que yo quería que ganara Obama, pero nada más que lo he visto, me ha vuelto aquella parte rebelde de la infancia que me ponía de parte de los indios en las películas, y empiezo a ver a Obama como un Negrito Light, inconsistente, nieto de abuelita rica, con familia que parece de atrezzo, con lágrimas de glicerina, y abatible como tartita de chocolate. Ya, de haber ganado, y haber convertido la White House en Black House, qué buena falta hacía, por lo menos, que  hubiera sido alguien con la planta de Kunta Kinte.


Deja un comentario