Es lo que tiene el fútbol, de una patada ha hecho que todos queramos ser rojos, que nos reunamos en familia, y que estemos buscando en «los chinos» banderas de España con su correspondiente «torito» para envolvernos a pesar de los cuarenta grados. ¡Quién lo iba a decir! Qué salgan las banderas que hacen a la gente sentirse orgullosas de pertenecer a una colectividad y que hemos tenido guardadas con pudor por recordarnos tiempos en los que esta bandera tapaba todo.
Hace tan poco que aún puedo verlo, la única Roja que podía alardear del nombre era La Pasionaria y no todo el mundo la quería, más bien la quería media España que encima no podía decirlo, a ésta la quiere España entera si dejamos fuera, claro está, al tonto de guardia que no falta, que hubiera preferido que ganara Turquía, y al otro compañero, periférico también, que apostaba por Rusia, pero parece que ciertas cosas se están poniendo en su sitio y ese sitio es de privilegio.