No se es escritor hasta que no se pierde el miedo. Es una necesidad de decir lo que se ve y lo que se siente. El escritor ayuda siempre a alguien a descubrirse, a interpretar la condición humana. Cuando lees piensas: que bien han escrito lo que yo quería decir. Pero escribir es delatarte, es quedar expuesto al sol con el consiguiente peligro de secar tu piel hasta efectos irreversibles, y también es delatar a los demás, porque nadie como el escritor ve los trasfondos de los que le rodean, sus miserias, sus envidias, sus mezquindades ¿sus virtudes? y aquello que hablado y comunicado a los demás sería un «hablar mal de otro», escrito, en un libro es una obra de arte.
Eso es ser escritor: percibir lo más profundo de lo humano y no temer ponerlo en líneas.