Espero que, según se está acabando el era del plato cuadrado (Eduardo Verdú Madrid (EL PAIS – 11-12-2007), se acabe la de los entendidos en vino. Todos tenemos un amigo que “sabe de vinos”, que las uvas que ha visto más cerca son las que se ha venido comiendo en Nochevieja y alguna pasa de vez en cuando, pero él ha hecho un cursillo, tiene una revista gastronómica sobre la mesa de su salón, y coge su todoterreno y se va a la Ribera del Duero a por unas cajas de vino que ha leído en el El País de los Vinos que es el no va más. Se lo trae y nos lo cuenta. Y nos lo enseña. Y en las cenas se convierte en el pontífice del vino, y nos deslumbra con su saber. Yo os propongo una prueba: ponedle dentro de una botella vacía de un gran reserva el contenido de un cartón de vinillo peleón. El catavinos, ni flores.
14 de enero de 2008 a las 19:20
Los catavinos pueden competir perfectamente como personajillos con los periodistas deportivos y los taxistas