A veces, muchas veces, en realidad, miras a tu alrededor, miras hacia tus amigos y no puedes dejar de preguntarte: ¿y si estas son las personas equivocadas? ¿Y si he dedicado mi vida y mi energía a mantener unos afectos hacia amistades equivocadas?

 

Una vida dedicada a personas que no son aquellas que hubieran enriquecido tu existencia, que la hubieran llenado de satisfacciones, de afectos, de “vida…”

 

¿Cómo elegiste a estas personas? Pues, ahora que lo piensas, tú nunca elegiste, te vinieron impuestas por circunstancias, por lugar de nacimiento, por estar en un colegio,  por terceros, por intereses absurdos, por trabajo, por emparejamiento…

 

¿Cuándo realmente tú has visto, has conocido a alguien y has decidido: este tiene que ser mi amigo, mi amiga? Ahora que sigo pensándolo, nunca.

 

Y así tu vida, tu entorno, se va llenando de amistades tóxicas, molestas, inquietantes, e incluso peligrosas, de las que nunca ya puedes deshacerte, simplemente tienes que ir aprendiendo a hacerte dura, a capear el temporal, a hacer concesiones, a vivir con cuidadito bajo tu particular paraguas, con prevención, y dejar transcurrir un tiempo que se va deshaciendo en tus frustraciones.


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