Era algo que le oía yo a mi madre: «procura darle anchuras». Ella se refería  a alguien que estaba pasando por un mal  momento, que necesitaba ánimo, apoyo. Y la frase no podía ser más bonita. Había que hacer que esa persona lo viera todo fácil, agradable, ancho. Ancho para poder atravesarlo sin dificultades, con espacio y con luz, porque, en definitiva, nuestra vida, desde su arranque, es un pasar a través de algo. La gran suerte de esta vida es pasarla con alguien que te va dando anchuras, que excava a tu alrededor para que tú pasas con holgura, para que te deslices, para que no tropieces, y si, de paso, pone luz pues la travesía es perfecta.


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