Yo cuando era pequeña me inventé un tío. Desde luego vivía en América, como no podía ser de otra manera, para nosotros todo lo bueno venía de América, incluido Mister Marshall. Aquel tío me solucionaba todos los problemas. Le puse un nombre poco americano, la verdad. Otro día lo diré, mejor dejarle en el anonimato ahora. Yo lo hacía aterrizar en la cañada de mi pueblo, y nadie lo veía, claro, pues anda que no tenía yo recursos para preparar la coartada…. Él traía cosas impensables de ultramar, todas mis amigas querían verlo, se morían por verlo, pero no les fue posible. Mi tío andaba a deshora, siempre tenía prisa, y sus aviones iban y venían a mi antojo sin reparar ni en tiempos ni dineros.
Cómo lo echo de menos ahora, qué vía de escape era, mucho mejor que una varita mágica, estoy por resucitarle y ponerle a trabajar. Nada mejor que un tío así en tiempos de crisis. De todas las crisis. Anda que no le vendría bien uno a Zapatero. Algunas amigas mías de ahora se lo van a creer mejor aún que las de mi infancia. Estoy segura. Puede que lo haga. Puede que le diga: «levántate y anda».


Deja un comentario