España está dividida. Siempre tiene que haber dos Españas. Es mejor, porque si no te gusta una te pasas a la otra. Es fácil. A lo nuestro. ¿Cuál de las dos? La Esteban lista, muy lista, lleva once años viviendo de un torero y viviendo bien, porque lo que cobra por vomitar palabruchas y exabruptos contra su torero y demás ganaderías, ya quisiera ganarlo el nigeriano, muy negro él, que habla cuatro idiomas, que es educado y considerado, que utiliza los baños públicos porque no tiene casa y que por no tener no tiene ni mendruguillo de pan que echarse a la boca.
Lo otra es la Campanario, también lista, pescó al torero de la Otra, pero por la iglesia, como Dios manda, es la legítima, la que manda, la que organiza las Ambiciones de todos.
Ahí están las dos, entreteniéndonos las tardes de este eterno y calenturiento agosto.
Todo el mundo las conoce, el que diga que no, miente y quiere ir de «otra cosa», bueno, creo que todo el mundo no, mi amigo Isidro nunca ha oído hablar de ellas, él me lo ha dicho y yo le creo. Es único.


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