Se referían a la cabeza, y me decían que el tal fulanito la tenía, pero que muy bien amueblada. Y desde luego que sí, después de hablar con él me di cuenta de que en aquella cabeza sólo había, muebles: sillas, mesas, armarios, y hasta algún arcón que desprendía olores rancios, ¿tendría también dentro tocino, chorizo y cosillas de la matanza? Fácilmente. Desde entonces desconfío cuando alguien me dice que la cabeza está bien amueblada, odio la expresión,  porque, claro, por otra parte, ¿cómo mantener los muebles sin polvo, encerados y brillantes? Vamos, que yo creo que donde se ponga una cabeza llena de neuronas de primera calidad, que se quiten los muebles…


Deja un comentario