Cada mayo, con las lluvias, con las tormentas, llega San Isidro y de la mano del Santo, los toros, con su polémica, con su remolino de pasiones: Manuel Vincent con su columna demoledora antitaurina que, por otra parte no llega a demoler nada. Sanchez Dragó que le hace un quite por faroles con solvencia y autoridad. Eso es: polémica, pasión, emoción, eternidad, arte…Se podrían argumentar tantas cosas a favor como tantas en contra, pero nadie a estas alturas quiere convencer a nadie. En esta tradición tenemos hundidas parte de nuestras raíces y mal que nos pese cuando oímos un pasodoble evocamos siempre retazos de infancia, olores de fiesta, trajes nuevos y muchos colores.


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