Te acompaña durante todo el día. Te tomas el primer café y ya oyes al de al lado: «eso es como todo». Y tú preguntándote por el todo. Te vas a trabajar y dale: «ese es que es muy amigo de sus amigos», pero,  si no es amigo de sus amigos, ¿lo será de sus enemigos? Me cabe la duda. Seguimos la jornada. Pues fíjate lo que ha hecho su madre, aunque claro «hay madres y madres» ¡madre mía! El listo de turno por encima del bien y del mal: «todos los políticos son iguales», pues no, pues ¡anda que no se diferencian! Mira si no como se peina Aznar y como se peina Anasagasti. El colmo de lo simple: «esto antes no pasaba, hay qué ver como estamos», claro que pasaba, pasaba desde que  los romanos nos civilizaron, estoy segura. Y así. No habría sitio en este blog para enumerar las manifestaciónes de la simpleza. La reflexión, por otra parte, es de lo más simple, pero cuando vas acumulando esta percepción un día, otro día, necesitas decirlo. Vamos a pararnos a pensar un ratito. Y si no también podemos hacer lo siguiente: encadenar todas estas simplezas, ponerles música y a Eurovisión!


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